...porque como las letras, como el pensamiento o como nuestros actos, nuestros hijos son prolongaciones de nosotros mismos, la irrefutable constatación de nuestra vana - y antojadiza- existencia...
Nuestro pequeño gran paso hacia la eternidad.
Hijos míos,
ya sé que aún no habéis nacido,
os imagino flotando,
allá, en el limbo,
con alitas suaves de querubines.
Imagino,
vuestras caras al verme,
recién salidos de mis entrañas,
como bollitos de pan recién hechos
y con la incógnita en la frente...
Prefeririaís una madre más joven,
una casa más grande,
un coche más nuevo,
una bici que ande
y un montón de juegos.
Sí, lo sé.
La vida exige mucho,
o la sociedad
-que no es vida-.
No compito, lucho
por un puesto de trabajo,
paso a paso caminando
se te queman los zapatos
y se sigue andando con los pies.
Tenedlo presente.
Nadie dijo que fuese fácil venir al mundo.
Y esperadme.
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