Esta noche clamo a la desesperanza
de una sociedad que corre y huye,
se esconde, retrocede, mas no avanza.
¿No ves, amigo, que el río fluye?
Somos jóvenes mas parecemos viejos,
casi perecemos antes de nacer,
y... ¡hay tantas cosas por hacer
antes que parecer un pálido reflejo!
Cual fruto maduro en la rama colgando,
venimos del tiempo de la buena siembra,
mas la pulpa nos abre, el vientre sangrando,
pues somos un exceso de cosecha.
Nuestra madre patria nos prometió
-¿quién creyó aquella promesa?-
de sus labios rojos alguien escuchó
bienaventuranzas venideras.
(¿Quién fue quién las escuchó?)
No hagas caso, joven amigo, de la dadivosa clase política
-que no te engañen, no tiene clase-
y usarán sus argucias a modo de exvotos
para reclutar tu alma, y cientos de votos
pondrán en sus manos la llave.
(Si me preguntas qué llave, es fácil contestarte;
la llave de tu razón,
de tu libertad,
de tu porvenir,
de tu corazón...
-¡Esa!, esa es la llave)
Prométeme una cosa, joven hermano, por nuestra vieja madre;
no formes parte de la idiosincrasia, no tomes ninguna ideología,
fórmate, infórmate, lucha, reclama, exige, vive, avanza...
¡No te quedes colgando en la rama! ¡Cae uno de estos días!
Chapó, niña!
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