(Si pudiera, te llevaba a mi casa, a alguna casa...
A veces, me miro en el espejo, y no me reconozco.
¿Quién inventó este desorden establecido? Da pena.)
y sola, en verdad, es también la noche.
Cual fantasma errabundo que arrastra su cadena,
¿qué condena para después de muerto?
Nadie sabe de tu acento ni tu nombre
pero conocen bien tus letanías
aún cuando parece que no las oyen.
Tú, sigues insistiendo,
orando a alguien que no es dios,
pero que, como dios,
esperas, sea misericordioso.
Nadie sabe de tu acento ni tu nombre,
si eras de familia bien,
si rezabas cada día,
ni si -de ser así-
tu suerte se truncó.
Tú eres invisible a los ojos del que mira.
Y del que no mira, también.
La ceguera del mundo
tiene poco de ceguera
y mucho de podredumbre.
Realmente me encanto!!
ResponderEliminarTan simple,tan complejo
Me llego hondo!!